Page 36 - REVISTA HISPANO #45_B18_Digital
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“                                                   que de esta rama, como de tantas otras, tenía el Dr.
             CUENTOS



                                                                    Luján. Disertó sobre San Agustín y Tomás de Aquino
                                                                    con una fluidez que envidiarían los mejores maes-
                 Desde hacía cuatro meses
                                                                    tros de la universidad. Esta charla denotó el agnos-
                                                                    ticismo y el ateísmo del doctor y la férrea defensa del
                 que sucedían extraños
                                                                    poder de la ciencia sobre la fe.
                 asesinatos en la ciudad, y
                 que la hija de la familia
                                         ”
                                                                    no le di relevancia, al que se decía sobrino del doctor
                 Escandón había sido                                Esa noche también conocí, aunque en ese momento
                                                                    Luján, Alberto, un muchacho de no más de 16 años,
                 amenazada por un anciano                           pero que, no sé por qué designios de Dios, parecía
                                                                    alguien de más de 30… con los conocimientos de un
                 de aspecto desagradable                            experimentado cirujano. Conocimientos que demos-
                                                                    tró cuando sufrí un accidente esa misma noche, y se
                                                                    desenvolvió como todo un experto.



                intrigó por su naturaleza y que parecía un juego del
                destino a través de aparentes coincidencias. Desde
                hacía cuatro meses que sucedían extraños asesina-
                tos en la ciudad, y que la hija de la familia Escandón
                había  sido  amenazada  por un  anciano  de  aspecto
                desagradable, lo que la había llevado a un estado de
                angustia que la conducía a una locura irremisible. Al
                mes, apareció en la vida de los Escandón un doctor
                casi milagroso, con su sola presencia logró curar a
                Elizabeth y enamorarla hasta convertirla en su pro-
                metida: el doctor Luján, Luis Luján».

            Sí, esa noche lluviosa empezaba un relato al que no daba
            crédito y que atribuía a la imaginación del sacerdote, quien,
            por su magnífica capacidad de deducción, había colabora-
            do muchas veces con las investigaciones de la Policía en los
            más complejos casos. Continuaba el diario…

              «Por la intensidad de la lluvia, y mi condición de sacer-
                dote, Gerardo Escandón me invitó a pasar la noche
                en su vieja casona, lo que acepté con agrado, pues mi
                objeto no era otro que el de conocer al extraño doc-
                tor y las circunstancias misteriosas que lo envolvían.
                Aunque Elizabeth, la hija, estaba fuera de la ciudad,
                tuve oportunidad de entablar mi primer encuentro
                con el personaje de mis preocupaciones y mi curio-
                sidad de investigador.

                En la cena nos conocimos, cruzamos frías miradas
                mientras comíamos. En los primeros minutos adver-
                tí la sagacidad y fino humor del Dr. Lujan. Al final de
                la cena  sostuvimos una rápida plática  teológica,  a
                través de la que me percaté del amplio conocimiento


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