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CUENTOS

fono antiguo que tocaba el —¡Por favor, no me lastimes, por favor! —dijo Pablo, sollozando y balbuceando las palabras.
tema “I Don’t Want to Set
the World on Fire”, mien- El doctor lo ignoró, y con una cinta le tapó la boca para no escucharlo. Antes de comenzar, le
tras que una figura huma- cortó un poco la cara, y con una aguja le sacó un poco de sangre.
na apareció en la oscuri- —Tranquilo, es solo un recuerdo —dijo el doctor perturbadoramente.
dad, llevaba puesto un traje
de cirugía, con los guantes Y empezó a cortar a Pablo, mientras que la canción continuaba de fondo, con los gritos de Pa-
llenos de sangre y un gafete blo ahogados por la cinta adhesiva, hasta estar toda la sala en un silencio profundo.
con un nombre familiar, era
el Dr. Malcolm Carter, quien Al terminar la historia, se escuchaba la misma canción del libro en todos los rincones de la
tarareaba la canción mien- casa. Los chicos no entendían de dónde venía la canción. De pronto, todas las luces se apa-
tras se acercaba a una me- garon y el cuarto quedó a oscuras. La chica encendió una vela y al hacerlo, una figura estaba
sita llena de instrumentos detrás de ella, una figura alta con dedos largos y una sonrisa perturbadora, era el Dr. Malcolm,
de cirugía. Deslizando el listo para comenzar otra cirugía.
dedo por los instrumentos,
el doctor cogió una sierra y POR: PIERO BORJA
se dirigió hacia Pablo. Colegio Ecuatoriano Español América Latina

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Diarios Nocturnos

uentan los sabios que los sueños son presagios. Fir-
memente creo que los sueños muestran aquello que
Cel corazón más desea, salvándonos de la frustración
de afrontar un mundo donde no siempre se puede tener lo
que se quiere y tantas veces amamos a quien no se debe.
Inventamos escenarios donde cambiamos la realidad,
escapamos a mundos de fantasía o tenemos sueños que
guardan ese toque de sabiduría divina donde se nos reve-
lan conocimientos invaluables capaces de guiarnos en la
confusión del diario vivir.

Estas historias nocturnas surgen cuando los pensamientos
más recónditos invaden la levedad del ser, gracias al poder
que las estrellas ejercen sobre la naturaleza humana. Ellas
han presenciado incontables noches de desvelos a lo largo
de la historia, por ende, tienen abundante experticia en el
arte de consolar corazones o mentes atormentadas. Presen-
cian tiernamente las lágrimas de los corazones rotos y per-
miten soñar a las personas dolidas reconfortantes realidades

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