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ANAQUEL HISPANOAMERICANO
¡Gracias, negro!
iendo niña, mis amigas y vecinas me llamaban la Recuerdo que las viviendas, el colegio, el economato, los
“Núria del carbó” (la Nuria del carbón), porque mi espacios de ocio y hasta el equipo de fútbol que nunca
Spadre era distribuidor mayorista de carbón en la pudo llegar a primera división, dependían del carbón,
provincia de Barcelona, y mis espacios de juego eran las o pertenecían a las mismas familias, unificadas por las
montañas de carbón que se apilaban en las extensas bo- minas de carbón. Mi padre, Antonio —que de Dios está
degas alrededor de nuestra casa. Nací en Terrassa, llama- gozando— repetía que ese negocio del carbón siendo tan
da Egara en época romana, donde abundaban las empre- sucio, era el más limpio, porque antes de recibirlo en los
sas textiles, que requerían un tipo de carbón, acorde a su vagones del tren que venían de Asturias, León y hasta de
poder calorífico, para impulsar la maquinaria instalada Inglaterra, ya estaba todo vendido y pagado anticipada-
en sus calles, llenas de fábricas. Comencé a distinguir la mente por los industriales de Terrassa.
turba, el lignito, la hulla y la antracita, siendo esta última
la de mayor concentración de carbono y la de menor con- Buscando en la narrativa hispánica, me topé con el libro
tenido de material volátil. de Noemí Sabugal, titulado Hijos del carbón, donde,
guardando las proporciones, se asimila mucho a mi vida.
Con el tiempo, y ya instalada en Colombia, llegó a mis oí- Es la historia de una cultura, de una forma de vida, de una
dos que el carbón es tóxico para las personas y animales, crónica de la minería que traslada al lector emoción y jus-
porque la quema de carbón o leña produce monóxido ticia. O mejor, es una crónica literaria levantada en armas
de carbono, un gas incoloro e inodoro que al inhalarse se contra el olvido de los trabajadores de la minería españo-
combina con la sangre y ocupa el lugar del oxígeno, lo que la. Juan Tallón y Txani Rodríguez dibujaron lo mejor de
reduce la capacidad de la sangre para transportarlo. A eso esta obra, al decir que “el carbón tuvo tantos usos que casi
agregamos que “el humo del carbón puede provocar en- nos olvidamos de su literatura y que este libro es un colo-
fermedades respiratorias, que la ceniza puede envenenar sal cortafuegos contra el olvido”.
el agua, y que los daños celulares aumentan el riesgo de
desarrollar el cáncer”. Agradezco la generosidad que ha tenido la vida conmigo,
y gracias a ese tóxico que le sirvió a mi padre para levan-
Todos esos riesgos, no solo fueron ignorados durante mi tar su hogar. Gracias a Dios, por permitirme escribir lo
infancia, sino que, vaya paradoja, me convirtieron en una que siento, cuando todos le caen al caído.
hija del carbón, agradecida y enamorada de ese negro
mineral, tan necesario en su momento.
Es la historia de una cultura, de una forma
de vida, de una crónica de la minería que
traslada al lector emoción y justicia. (...)
es una crónica literaria levantada en armas
contra el olvido de los trabajadores de la
minería española.
* Traductora y docente. Miembro Fundación Hispanoamericana Santiago de Cali y directora de la Comisión Cultural.
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