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ARTE




































                                  “El peine del Viento”- 1976. Playa de Ondarreta- Municipio de San Sebastián- Provincia de Guipúzcoa- País Vasco- España,
                                  sobre una obra arquitectónica del arquitecto vasco Luis Peña Ganchegui. Fuente: Café Convertes. (Agosto 30 de 2019).
                                  Eduardo Chillida. https://www.cafeconvertes.com/eduardo-chillida/

            contar lo inenarrable, hacer su propia lectura, construir   posibilidad de utilizar un material flexible a la manipula-
            su propio mapa de ideas y percepción de la obra, sin te-  ción y expuesto a diversas mutaciones por su aproxima-
            ner necesariamente que amarrarse a ningún prejuicio o   ción a las corrientes de viento marinas, llevó a Chillida a
            concepción sobre los fundamentos del autor. Por eso, no   la convicción de estar frente a un elemento que no solo le
            es de extrañar que la estancia de Chillida en aquel retiro   permitía abarcar infinidad de formas dentro de diversos
            con su amigo Palazuelo, trazara un camino que ya no con-  contextos simbólicos, sino también representar el espíri-
            templaría el retorno.                               tu e identidad de su comunidad vasca. A través del hie-
                                                                rro –presente en la tradición de la escultura de González,
            A los 24 años, descubriría en el Museo Louvre, la escul-  Picasso o Brancusi–, Chillida afianzaría sus propios pre-
            tura griega arcaica, y quedó muy impactado por ella. Sus   ceptos, donde las líneas horizontales, verticales y curvas
            primeras esculturas se centran en el cuerpo humano y en   se ponen al servicio en la conformación de un lenguaje
            la luminosidad propia de las culturas mediterráneas, uti-  abstracto que aborda la radicalidad, de una profundidad
            lizando el yeso como material para modelar. También por   filosófica y espiritual que hicieron posible apuntalar una
            aquel entonces empezó a dibujar manos, con la intención   de las propuestas escultóricas más contundentes de me-
            de abarcar lo que se le hacía inasible, el espacio.  diados del siglo XX.

            En 1951, convencido de que la “luz negra” de su tierra na-  Por esta época realizó varias de sus obras importantes, que
            tal iba a guiar su trabajo, se asentó con su familia en Her-  se encuentran en la colección del Banco de Santander, en-
            nani, ciudad ubicada en la provincia de Guipúzcoa, cerca   tre ellas, “Rumor de límites VII”, que consiste en una serie
            de la costa del mar cantábrico, donde comenzó a trabajar   de siete esculturas en hierro, iniciadas en 1958. En esta
            con el hierro, material muy valorado por los vascos, por   propuesta, Chillida explora lo que él denominaba “espacio
            ser esta zona muy industrial. El hierro es un material ma-  interior”, el vacío. Como lo expresa el mismo autor, “acosar,
            leable, de color gris plateado, que presenta propiedades   poner trampas a ese espacio, dejarlo libre y fluido, tal es la
            magnéticas. Es extremadamente duro y denso, y expuesto   razón misma de la obra”, que es casi lo mismo que el cuerpo
            a la intemperie, forma óxidos, por lo que sufre procesos de   humano, que altera, modifica y condiciona el espacio, pero,
            corrosión que alteran su color natural, para ir adquirien-
            do una tonalidad rojiza. No es equívoco pensar que esta


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